Entrenadores de base y padres

Padres, tomen nota: el fútbol base es para que los niños se diviertan. Así que, dejen que jueguen y lo pasen bien. Desde el punto de vista de los entrenadores de base recordamos diez puntos a tener en cuenta por los padres:

Silencio, por favor

Los entrenadores de base son voluntarios«¡Nooooo! Ahí no. Hijo, deshazte de él… ¡Ahora! Recuerda, que no pase el jugador. Sólo deshazte de él». ¿Tu jefe se para de forma amenazadora cerca de tu puesto de trabajo gritándote cuando estás haciendo tu trabajo? Si lo hace, ¿te gusta, te sientes inspirado, creativo y listo para trabajar al máximo? No, creo que no. Teniendo esto en la mente, debemos abstenernos de gritar desde la barrera a los más pequeños cuando están tratando de divertirse con sus amigos. Realmente no ayuda. Y si no lo crees así, pregúntale a él.

Los entrenadores de base son voluntarios

Para la mayoría de los entrenadores de base el entrenamiento no es más que un pasatiempo, simplemente son voluntarios, poco o no remunerados, en un club de fútbol base cada vez más presionado y comprometido a dar a los niños (de todas las capacidades) la oportunidad de jugar.

Los entrenadores no son magos

El hecho de que los padres paguen una cuota de inscripción no significa que hayan comprado el derecho de enredar al entrenador y a los demás jugadores presentándose con el niño a los entrenamientos o a los partidos cuando le apetezca. Las sesiones de entrenamiento están cuidadosamente planificadas; los ejercicios de finalización, los desafíos, los objetivos y los juegos no son simplemente una serie de eventos aleatorios; todo está planificado. Los entrenadores de base realizan un gran trabajo de aprendizaje constructivista. Cada sesión está vinculada para desarrollar los conocimientos, la comprensión y las habilidades de los jugadores de una manera reflexiva, siempre con el objetivo de desarrollar las habilidades de los jugadores a través de la técnica, el físico, la psicología y lo social. Por ello podemos explicar seguro por qué, en varias ocasiones, algún padre se ha quejado de que su hijo no se siente «una parte vital del equipo» o que quizás no está mejorando sus habilidades tanto como esperábamos. Los niños necesitan entrenar, y eso significa acudir todas las semanas al entrenamiento, tener una regularidad.

Debemos ser honestos

Debemos ser honestos y consecuentes con las capacidades y aptitudes de nuestros hijos, no culpar al entrenador de ello. La importancia del entrenador en el fútbol base reside en que todos ellos poseen la formación necesaria para saber el rol que desempeña cada niño en el equipo, no deberían ser los padres quienes se lo impongan. Hay niños que no tienen una coordinación suficientemente afinada, niños que tienen menos visión de juego o, tal vez otros, que les cuesta más asimilar los conceptos y ponerlos en práctica. No debemos desesperanos por nuestros hijos ni culpar a nadie porque no lleguen a ser Messi. Los niños necesitan entrenar para mejorar, pero siendo siempre honestos con las capacidades o habilidades que poseen y de las limitaciones que puedan tener.Dejen a los niños jugar

¿Una mentalidad ganadora?

Cuando se trata de niños, tenemos que pensar detenidamente si exigimos a los jugadores que nos demuestren cuánto quieren ganar la liga y, por supuesto, el gran trofeo brillante que la acompaña. Un énfasis excesivo en lo que los entrenadores de base llaman motivación extrínseca (presión para ganar un partido, amenaza de castigo, etc., en contraposición a la motivación intrínseca) puede tener en realidad un impacto negativo en la motivación y la autoestima del niño. Algunos estudios relacionan demasiada presión externa con el estrés, el agotamiento y el abandono del juego. Las razones más comunes para jugar deben ser: no ganar la liga o los trofeos, sino esforzarse al máximo, porque es divertido, es un gran juego y les encanta.

Una valiosa lección

Los entrenadores no son magosDebemos dar a los niños la oportunidad de respirar, dejarles desarrollar nuevas habilidades y nos sorprenderemos de lo buenos que puede llegar a ser. Los entrenadores de base también quieren que sus jugadores tengan éxito y sean ganadores. Pero no sólo en un partido de niños de 9 años, en el que, quien nace en septiembre es mucho más rápido, fuerte y mayor que el resto de los jugadores. Esto no durará para siempre. Los entrenadores de base tratan de proporcionar a los niños toda una amplia gama de habilidades necesarias para conseguir esos éxitos y ganar cuando tengan 15, 18 o 21 años.

¿Queremos un ascenso?

No debe interesarnos la clasificación. No debemos crear una carrera de fondo con niños de 10 años, donde el desarrollo a largo plazo de los jugadores se vea relegado a expensas de los padres despotricando y la presión por ganar a toda costa. En los equipos de base siempre deben dirigirse los esfuerzos hacia algo un poco más significativo. No podemos permitirnos el lujo de ser exigentes en el fútbol base.

¿Por qué tanta prisa?

No debemos tener prisa por llevarnos a nuestro hijo a un club profesional o a un lugar de élite porque sea nuestra ambición. Los niños tienen que evolucionar sin forzar su progresión y poco a poco ser irá guiando el ritmo que debemos llevar. Dejar que los niños disfruten con amigos de su edad es fundamental para el buen desarrollo del futuro futbolista

Dejen a los niños jugarEntrenadores de base y padres

Los entrenadores de base no son niñeros, son entrenadores formados y bien cualificados. Con más o menos años de experiencia, a quienes les apasiona e interesa ayudar a los niños a enamorarse de este juego y alcanzar su máximo potencial en un ambiente seguro y lleno de diversión. Dejen a los niños jugar, son niños. Les encanta hacerlo. Se toman el juego muy, muy en serio.

Conseguir el equipo de ensueño

Por último, acabaremos con una nota positiva. Padres y entrenadores de base. Ambos cometen errores. Pero imagina el impacto que pueden tener juntos si todos los padres confiaran en el entrenador, lo apoyaran y tranquilizaran a su hijo simplemente diciéndoles después de un partido: «Me encantó verte jugar. Fue muy divertido». Esto les permitiría dejar atrás los errores y disfrutar del cálido resplandor de la montaña rusa física, técnica, social y psicológicamente desafiante en la que está jugando: un deporte de equipo competitivo; si los padres pudieran recordarle que ambos quieren que se conviertan en el mejor jugador que puedan ser, juntos pueden crear un ambiente para que triunfen libres del miedo paralizante al fracaso. Inténtenlo. Puede que sea difícil al principio, pero, hagámoslo lo mejor que podamos y podremos apreciar el crecimiento de los jugadores.

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